OPINIÓN
9 de marzo de 2024
Más allá de las imágenes: El desafío de preservar la memoria femenina en Argentina
POR: SOFIA AGUIRRE
A las 18:40 de la tarde de ayer la cuenta oficial de la Casa Rosada difunde un video, breve, de no más de 1 minuto. Y en un minuto concentra una narrativa nueva de este presente. Lo han dicho abiertamente: están dando una batalla cultural.
El Salón de las mujeres fue inaugurado en el 2009 y dejado en desuso desde el 2015 en adelante. En ese minuto se ve como las fotografías y pinturas de las mujeres homenajeadas son cubiertas por otras imágenes, todas de hombres de nuestra historia.
El día elegido para concretar el acto infame y misógino es nada más y nada menos que el 8 de marzo, día internacional de las mujeres. Es un claro mensaje dirigido a nosotras y que se suma a una infinidad de gestos, actos y decisiones que se han tomado con el objetivo de disciplinar, señalar, estigmatizar y criminalizar el reclamo de las mujeres y de todo el movimiento feminista. Pero es además es el mensaje que atrasa y vuelve a la mujer al lugar común, a la casa y al trabajo.
Entonces claro, las mujeres del Salón son un mal ejemplo para un gobierno que espera que nosotras habitemos el lugar común, en el salón estaban Eva Perón, Cecilia Grierson, Juana Azurduy, Lola Mora, Mariquita Sánchez de Thompson, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Tita Merello, Victoria Ocampo, Aimé Painé, Paloma Efron (Blakie) y las Madres de Plaza de Mayo. Todas y cada una fueron pioneras y rebeldes.
Lo curioso es que ni siquiera buscaron mujeres liberales que ocuparan ese lugar, directamente todas las mujeres, para este gobierno, quedan fuera de la historia.
Paralelamente afuera, en las calles, las mujeres volvemos a hacer historia: la plaza de los dos congresos logró una enorme convocatoria y es que estamos viviendo un enorme retroceso en materia de derechos de las mujeres, trans y disidencias, nos urge organizarnos y reclamar.
En el discurso inaugural de las sesiones del congreso de la nación el presidente Milei se refirió a quienes están jubilados y nunca aportaron: cuántas mujeres conocemos que perciben una jubilación como reconocimiento por tareas de cuidado que realizaron en el hogar??
Un derecho conquistado que visibiliza y repara una desigualdad histórica y estructural en la distribución de las tareas de cuidado, reconociendo y valorando el tiempo que las mujeres destinamos y destinan a la crianza de sus hijos.
Todo eso, y más, está en juego.
Y como la historia viene a enseñarnos mucho, paradójicamente, lo que creíamos conquistado y seguro se vuelve incertidumbre. Todo en este presente se puede cambiar.
Es quizás la percepción que comparto con tantas compañeras con quienes nos encontramos para marchar este 8M.
En mi ciudad, en esta ciudad que todavía calla mucho, salir a la calle y hacer ruido todavía avergüenza a muchas. Las vemos cuando caminamos, que se asoman desde las ventanas y miran a todas las que vamos cantando y reclamando.
Lo cierto es que fuimos muchas más que en marchas anteriores y si esta brutal política del gobierno nacional sigue avanzando seremos aún más.
Cuando llegué a la reunión inicial, previa a la marcha, Mariela narraba su historia personal, cuánto coraje y cuanto amor y compañía habrá sentido para contar ese dolor que carga desde hace décadas. Lo sabemos todas, que contarlo y compartirlo alivia, ayuda, pero también sabemos que parte de la reparación es la justicia concreta que se espera para quien denuncia.
nos reencontramos porque sabemos que todo lo que conocemos está en riesgo: nuestra salud, nuestra educación, nuestros trabajos, nuestras condiciones de vida, nuestra integridad. Los femicidios siguen ocurriendo.
Creo que es fundamental y necesario dar un primer debate. un diagnóstico de cómo fue posible llegar a este nivel de retroceso y es urgente analizar las condiciones económicas de las mujeres, que precarizadas, sin un trabajo registrado y/o dependientes de los ingresos que tiene su pareja no pueden elegir absolutamente nada. Siguen viviendo con su agresor porque las respuestas desde el Estado son pocas y cuando llegan es solo un parche que no cambia una realidad que es estructural para nosotras.
Este retroceso, concreto, perceptible en lo más cotidiano, con un empobrecimiento acelerado que afecta a todo el pueblo argentino y más a las mujeres, se le suma un discurso misógino como marco simbólico que justifica el ataque a las mujeres, a sus luchas.
Ayer, 8M, nos encontramos entre amigas, compañeras de trabajo, abuelas y nietas, madres e hijas, parejas, todas para marchar. Finalizamos el encuentro con la lectura de un documento que detalló los puntos más importantes analizados en las asambleas previas al 8M.
Cuando volví a casa pude ver la imagen de la concentración frente al congreso. Eran miles y miles, siento que de alguna manera todas estuvimos ahí.
Antes de finalizar quiero recordar a todas las que no están presentes porque fueron asesinadas por la violencia patriarcal y a las mujeres que hicieron grande nuestra historia, ahora censuradas, sus imágenes cubiertas y reemplazadas por la de hombres.
El Salón de las mujeres nos quedó chico, ahora estamos en las calles nuevamente.