SOCIALES
23 de agosto de 2023
"IMSOMNE" cuento de Octavio Saldivar
Nuevo espacio dedicado a fomentar la lectura. Un joven escritor de nuestra ciudad se suma a nuestro medio para contarte distintas historias de su autoria. Hoy. Saldivar Paulos Octavio nos presenta "INSOMNE", la cual irrumpe en la literatura fantástica y combina el azar, el amor y un desenlace fatídico e inevitable; pero también utiliza elementos comunes como el cigarrillo y los astilleros de Buenos Aires.
INSOMNE
En cuanto a mí, nadie puede salvarme. Debí haberlo anticipado, en aquellos días dejé la puerta de calle abierta, como si en la casa hubiese sucedido una desgracia. Además, siempre tengo miedo de mi corazón. No es común que a un hombre se le estropeara; pero yo lo había usado mucho.
Nunca creí que su latir me perteneciera.
Él está cansado e intento consolarlo día a día. A veces, me entristece saber que se está muriendo algo, aquí, donde todos dicen que tenemos el corazón. Yo, le pertenezco a mis recuerdos; aun así, es absurdo y aterrador sentir el peso de la vida sin tu latido.
Allá a lo lejos, tirita débilmente el sol. Las sombras han regresado a mí; no obstante, no estás conmigo. A través del tiempo, sigo anhelándote, es lo único que sé hacer. En algún momento olvidado, te tuve entre mis manos.
También me querías. Nos besábamos en el crepúsculo del astillero, nos entendíamos sin la necesidad de las palabras; sin embargo, el amor no es eterno. Se agotó y no he sido capaz de retenerte, te fallé incluso en esa última esperanza. Ahora, ¿cómo podré olvidarte? En aquel tiempo la vida era más hermosa.
Fumé nerviosamente y quebré el papel del cigarrillo. Desconozco cómo llegué aquí, en la unánime noche, nadie me trajo; pero la luna me acompaña. En la habitación, el péndulo del reloj se mece, sin detenerse. El amueblado desaparece y reaparece inevitablemente. Las estrellas se desvanecen, reflejando cruelmente la eternidad; más eterna sin vos.
Alguien se ha muerto. Las sábanas ensangrentadas lo evidenciaban y no deseo destaparlo. Lo que sucede en la sombra permanece en la sombra.
Cálidos vientos me recorren las sienes. Desde la ventana proviene una luz de pesadilla, que se adueña de mí. De repente, las persianas se han afantasmado. Comienzo a destapar al otro, al desconocido.
Súbitamente sube un odio, inmenso e inmediato. A pesar de mí, nada ni nadie ha arruinado todo. Él yace moribundo y desamparado, sus ojos se empozaron terriblemente en mi alma. Los aullidos de la noche, anuncian la caída del destino.
Nos morimos, sin sentido. Un montón de nada esparcida en el suelo deteriorado del departamento; pero seguíamos retorciéndonos en los instantes del antiguo amor.
La puerta se abre.
- ¿Está muerto? -
-Sí, murió-.
- ¿Por qué murió? -
-Los dados así lo quisieron y nada podemos hacer-.
-No han sido los dados, sino el destino-.
-Ha de ser lo mismo para mí-.
Los presagios de la noche, repleta de estrellas iridiscentes, dictan el final. Tan próximo a mi muerte centinela, pienso en revivirlo todo; quiero otra vida donde pueda recordar esta.
El péndulo sigue inmóvil e infinito. Las voces han cesado y la sangre se ha extinguido mágicamente. Asimismo, la inmensidad del universo penetra en mí, parece ocultarme, tragándome desde las fauces más profundas de la alfombra, haciéndome una nada.
Un golpe resuena alrededor de mí, los dados han caído. La insomne muerte me desconoce, es indiferente. ¡Ay, corazón! Has sido derrotado ante la séptima cara de los dados.
Saldivar Paulos Octavio.