OPINIÓN
21 de julio de 2024
La Política del Diálogo: ¿Una virtud en tiempos de crisis?
La frase de Octavio Paz, "La política es la búsqueda del bien común a través del diálogo", resuena profundamente en el contexto actual de la política magdalenense. Específicamente, en la gestión del intendente Lisandro Hourcade, quien ha sido objeto de críticas por su inclinación a dialogar con todas las fuerzas políticas. Esta estrategia, vista por algunos como una debilidad, puede convertirse en una virtud esencial en tiempos de vacas flacas.
Hourcade ha demostrado una capacidad notable para moverse entre diversos espacios políticos con una soltura que no pasa desapercibida. Desde su participación en el Foro Radical, hasta reuniones con el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y encuentros con el ministro de Defensa de la Nación, Luis Petri, Hourcade ha defendido su enfoque dialoguista. Ante medios como DATA, el intendente ha argumentado que su objetivo principal es buscar lo mejor para los magdalenenses, reafirmando su compromiso de ser un gobierno dialoguista, tal como lo manifestó en su discurso de asunción.
El diálogo en política es fundamental porque permite que personas con diferentes ideas y perspectivas se comuniquen, se escuchen y encuentren puntos en común. Este proceso, que requiere respeto, paciencia y voluntad de compromiso, es esencial para construir sociedades más justas, equitativas y democráticas. Sin embargo, es crucial no caer en el postureo y la foto vacía, sin más que una pose fingida.
La preocupación principal de los críticos de Hourcade es que su estrategia dialoguista sea vista como un abandono de sus convicciones partidarias y de la gestión local. No obstante, estas ideas negativas se disiparán cuando esos encuentros traigan beneficios reales para la comunidad magdalenense. Los ciudadanos no necesitan fotos vacías, sino acciones concretas que mejoren su calidad de vida.
Hoy más que nunca, necesitamos políticos dialoguistas, pero con sentido. Es imperativo que utilicen esta herramienta con responsabilidad y con objetivos claros que traigan beneficios tangibles a nuestro distrito. En tiempos de crisis, el diálogo se convierte en una herramienta invaluable para superar desafíos y construir un futuro mejor.
Lisandro Hourcade, con su enfoque dialoguista, ha planteado una estrategia que puede ser la clave para enfrentar los problemas actuales de Magdalena. Su capacidad para conversar con todas las fuerzas políticas y su compromiso con el bienestar de los ciudadanos son elementos que pueden marcar la diferencia. En un contexto donde la polarización y la confrontación parecen ser la norma, su postura dialoguista, si genera beneficios, se presenta como una bocanada de aire fresco.
La política del diálogo no es sinónimo de debilidad. Al contrario, es una muestra de madurez y responsabilidad. Es la búsqueda del bien común a través del entendimiento y el compromiso. En tiempos difíciles, esta estrategia no solo es deseable, sino necesaria. Los políticos deben ser capaces de dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos por el bienestar de la comunidad.
Aunque Lisandro Hourcade ha adoptado una postura dialoguista que, en teoría, podría traer beneficios significativos a los magdalenenses, es crucial evaluar los resultados tangibles de esta estrategia. Si el diálogo constante no se traduce en mejoras concretas para la comunidad, entonces las críticas de sus opositores estarán justificadas.