15 de agosto de 2025
🐎 El día en que Cajaraville y Decano vuelven a cabalgar en Bavio

🌅 El sábado, cuando la tarde empiece a dorar los ladrillos viejos de la estación de trenes de Bartolomé Bavio, la historia saldrá del papel para plantarse en un monumento. Allí, frente a la explanada que ha visto llegar y partir generaciones, se destapará un monumento que no solo recuerda a un hombre y a su caballo, sino que los devuelve a la vida: Miguel de los Santos Cajaraville y su inseparable Decano.
💨 Cajaraville nació el 5 de julio de 1794 en Buenos Aires, pero su destino se forjó en el Pago de La Magdalena, entre pastos altos y caballos criollos. Hijo de hacendados, educado en el Real Colegio Carolino, aprendió pronto que la lealtad se mide en gestos y no en discursos. Tenía 15 años cuando repartía cintas celestes y blancas junto a French y Beruti en la Revolución de Mayo. No sabía entonces que su vida se trenzaría con la historia misma de la independencia.
🐴 Decano nació en la estancia “La Magdalena”, un colorado malacara que ya de potrillo entendía que su jinete no sería cualquiera. “El mejor caballo del ejército patriota, enseñado para la guerra”, lo llamaría después el coronel Manuel de Pueyrredón. En el campo, su andar era suelto y rápido; en batalla, era un relámpago que sabía cuándo cargar y cuándo resistir. No se amansaba: se aliaba.
⚔️ En 1813, Cajaraville se unió al Regimiento de Granaderos a Caballo, pagando su uniforme, sus armas y llevándose a Decano como compañero inseparable. San Lorenzo, Montevideo, Sipe-Sipe, Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú son estaciones de guerra donde sus nombres quedaron grabados. Fue en Requínoa, tras la derrota de Cancha Rayada, cuando nació la leyenda. Cajaraville reunió a soldados dispersos, cargó contra un batallón realista y salvó la retirada patriota. San Martín, que no regalaba elogios, lo bautizó en su proclama como “el guapo capitán del cuerpo Cajaravilla”.
Documental de “HISTORIAS DE MAGDALENA” ⤵️⤵️
⛰️ Cruzaron los Andes juntos, pelearon bajo cielos chilenos y persiguieron al enemigo hasta Chillán. Decano, como su jinete, sangró más de una vez; en Maipú estuvo a punto de morir. Y aún así, siguió. Era un caballo que regresaba a su puesto como si la muerte fuera un trámite más.
🏠 La guerra terminó, pero la vida siguió siendo campo de batalla. Cajaraville volvió a La Magdalena, fue comandante en Chascomús, combatió en las guerras civiles, apoyó a Lavalle y conoció el exilio en la Banda Oriental. Decano, en cambio, regresó a su lugar de origen, ciego y viejo, para morir donde había nacido. Se apagó hacia 1825, en un galpón de la estancia, como un soldado que pide su último descanso.
📚 En Bavio, su historia nunca se apagó. Sobrevivió en poemas como Caballito Criollo de Belisario Roldán, en el libro ¡El Guapo de San Martín! de Carlos Raúl Risso, en las sobremesas donde algún abuelo repetía que hubo un caballo que peleó como un hombre. Y este sábado, a las 15:00, en la vieja estación, esas voces tendrán cuerpo: un monumento de bronce recordará para siempre al granadero y a su corcel.
🌾 Porque no es solo una estatua. Es el regreso simbólico de un dúo que, desde las polvorientas calles de Bavio hasta los campos de Maipú, demostró que la independencia también se ganó a lomo criollo. Y que, como todo lo que vale la pena, se construye con coraje, lealtad y un compañero que nunca te deja solo.